Aun no ha amanecido en tu piel...



Aun no ha amanecido en tu piel,
solo se han levantado,
triste ya mi corazón enamorado,
pequeñas volutas de negra hiel.

Quién marchitó las firmes rosas,
antaño, tiempo atrás, florecientes,
cuando eramos voluntades valientes,
que se entrelazaban misteriosas.

Escondidos en el gemido rutilante,
en un sadismo sensual,
sin ninguna razón cabal,
prisión carnal, pero de amante.

Quién derramó el cáliz dulce,
de los sueños desaparecidos,
de los rumores interrumpidos,
y puestos en este fatal cruze.

Que se deshace entre llamaradas,
de pasión, qué se yo,
quizás de puro orgullo,
pero no del todo apagadas.

Tedio increible el de este sentido,
esta melancolía que no termina,
y que ya raramente me ilumina,
estando yo tan cerca y tan lejos del olvido.

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