Diario de una Pandemia - 6º Parte (y última)
Día 63 de la cuarentena.
Somos píxeles de un gráfico. Un
gráfico en curva de contagios, de fallecidos, de fases, desfases e
inmunidad.
Después del buen tiempo de las últimas
semanas, vuelven los últimos coletazos del frío y la lluvia. Estos
días estamos viendo con temor cómo la ultra-derecha más rancia
sale a la calle a protestar, saltándose claramente las normas de
distanciamiento, sin mascarillas, agitando palos y banderas de
España, alguna de ellas fascistas, y pidiendo irónicamente libertad
y dimisión del gobierno. Si hay en Madrid un rebrote en los próximos
días, va a ser culpa de ésta escoria humana, como bien dijeron ayer
algunas enfermeras y sanitarios. Estoy harto de ésta gente, tarados
que no tienen ni coherencia en sus ideas.
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Día 68 de la cuarentena.
Es lunes, y seguimos en la fase 0 de la
desescalada, pero nos han concedido algunos alivios. Nuevos
conceptos, nuevas palabras que seguimos intentando asimilar. Esta
semana parece que están bajando muchísimo los contagios y los
fallecimientos diarios. ¿Estaremos empezando a salir del túnel?
“la necesidad de un populismo de
izquierda: limitarnos a combatir de manera reactiva una agenda
establecida por la derecha nos mantendrá en desventaja por siempre.
Tener los mejores argumentos es solo una parte de la batalla; si hay
algo que la derecha entendió -incluso esta degenerada, incompetente
y apenas funcional derecha- es el poder encantador de repetir un
simple mensaje hasta el cansancio: la política como programación
neurolingüística.”
Se extienden las protestas contra el
gobierno en otros barrios acomodados de algunas ciudades del país.
Reclaman una libertad que antes no (ni nunca) defendían. Ahora que
el factor de su dinero ha dejado de ser importante, tienen miedo. Su
estatus no sirve, en el estado de alarma no tienen privilegios. No
creo que duren muchos días más en la calle con sus banderas y
cochazos. Se cansarán. La burguesía no está acostumbrada a
reclamar nada.
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Día 70 de la cuarentena.
Leo un párrafo muy interesante sobre
cómo la Naturaleza nos está testando y sondeando como especia,
imaginando ella misma cómo sería un ecosistema global sin nosotros,
insignificantes seres humanos, o en el que de verdad nos adaptáramos
a éste, en vez de destruirlo:
“El coronavirus es la forma de
imaginación material con la que la Tierra nos reexamina sobre el
devenir posible de nuestra especie y del planeta entero. Aquellos que
pensaban que la imaginación pertenecía solo al hombre en las formas
abstractas de la recombinación simbólica se equivocaban gravemente.
Una pequeña mutación material destruye las grandes construcciones
simbólicas que estaban aniquilando toda forma de vida en el planeta.
Destruye y reimagina, dado que cada recombinación de lo virtual no
puede dejar de demoler y crear nuevos espacios de posibilidad.
Caosmosis...”
Ya he leído un par de veces la palabra
“caosmosis” en estos días. Adaptarse o morir, no queda otra.
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Día 72 de la cuarentena.
Vuelve a ser viernes, y parece que, por
fin, Madrid avanza de fase en la desescalada hacia la normalidad, se
abre un poco más, despierta levemente. Que peligro tenemos. Tanto
los médicos como los enfermeros avisan de que no estamos preparados,
nos faltan profesionales, contratar muchos más, atención primaria,
rastreadores de contactos y muchos test, pero nuestra querida
presidenta neoliberal sigue con su particular cruzada contra el
sentido común. Es posible que ésta próxima semana pueda volver a
ver a mi familia, a amigos, pero siempre queda algo de temor y miedo.
“las lúgubres lisonjas del éxito
burgués son presentadas como el único modelo posible de triunfo.
Mientras que el fracaso está garantizado para la mayoría, el éxito
ofrece solo una monótona rutina de trabajos excesivos, símbolos de
estatus vacíos y preocupaciones sobre la educación de los hijos.”
Y mientras os transcribo este párrafo
de Mark Fisher, comunican por la televisión y por los diarios online
que mantengo abiertos en otra pestaña del navegador, que
efectivamente el Ministerio nos pasa de fase. Ésto parece un reality
banal y frívolo, un concurso donde el premio si pasas es recuperar
derechos mientras te juegas la salud.
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Día 75 de la cuarentena.
Por fin estamos en fase 1, y somos un
poquito más libres. Se acabó la cuarentena forzosa en casa, pero
hoy nosotros no salimos a la calle.
Justo antes, he terminado de escribir
un pequeño ensayo que tenía a medias sobre el Realismo Capitalista
en tiempos de la COVID-19. Son diez páginas a las que aun le quedan
retoques, pero considero que ya está listo. Puede que contenga
alternativas e ideas interesantes para alguien, o que con el tiempo
no sirva para nada.
Los madrileños salen en masa a visitar
familiares y a hacer cola en las terrazas de bares que escasamente
van abriendo, en busca de la primera cerveza fuera de sus propios
salones y casas. Parece y temo que la nueva normalidad no va a ser
tan nueva, y que volveremos a ser los mismos egoístas de antes,
haciendo la misma vida que hacíamos antes. ¿Estos tres meses
encerrados en casa, soñando con un futuro más justo y mejor, se
quedará sólo en eso, en un sueño?
“Lo que es preciso contener y
erradicar no es solo el virus que desencadena reacciones en algunos
casos extremadamente dolorosas y a veces letales. Lo que es necesario
erradicar es también la contaminación sistemática del medio
ambiente, el estrés de la competencia económica y la
hiperestimulación electrónica. Y esto no lo harán los médicos y
no lo hará una vacuna. Tenemos que hacerlo nosotros.”
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Día 77 de la cuarentena.
Y llegamos al final incierto de este
diario. Ayer tuvimos una cena de reencuentro con mis padres, mi
hermana y mi tía. Se acabó la cuarentena, aunque fue una sensación
extraña el no poder abrazarnos ni darnos un beso, igual que verles
entrar en casa con la mascarilla puesta. Subimos a la azotea de
nuestro edificio y en una mesa improvisada con un tablero,
caballetes, taburetes, platos de picoteo y cervezas, pudimos volver a
charlar y a reírnos juntos, con el atardecer de Madrid de fondo, y
el calor del verano incipiente dejándose sentir un poco.
¿Aguantaremos en ésta situación?
¿Recaeremos? ¿Volverá la oscura sombra del virus y la muerte a
posarse sobre una ciudad que va despertando poco a poco?
“Algunos se preguntan si del
confinamiento saldremos mejores o peores. Depende de qué quiere
decir:el miedo, el distanciamiento, el chantaje económico
ciertamente no nos volverán más solidarios, al menos por un tiempo.
Sufriremos muchas cosas en los
próximos meses, sufriremos la violencia de los racistas contra los
migrantes, sufriremos la arrogancia de los patrones y la de los
fascistas. Pero no sufriremos para siempre, porque el poder no se
consolidará, la máquina económica no se volverá a poner en
marcha, está irreversiblemente desquiciada.
Todo será inestable. Es necesario
prepararnos para un largo período de inestabilidad y de resistencia
y es necesario hacerlo de inmediato. Resistencia querrá decir
creación de espacios de autodefensa para la supervivencia, de
producción de lo indispensable, de afecto y de solidaridad.”
Y con esta reflexión final de Franco
“Bifo” Berardi, tan profética y resumida, pongo punto y final a
este diario de cuarentena, en espera de qué vendrá después. Poco
importa que las últimas palabras no sean directamente mías; soy un
firme defensor del collage, el pastiche, la reinterpretación y de la
apropiación, como diría Agustín Fernández Mallo. No hay nada que
sea original, todo es repetición y ritornello. Veremos si no hace
falta retomar éstas páginas. Tiempo al tiempo.
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