Normandie, Bretagne y norte celta de Francia (parte 1)


Verano, Julio de 2022.

Me voy a un roadtrip a través del norte de Francia con la familia (Normandía, Bretaña, uffff, precioso), y lo primero que me llevo, lo más importante, es la bolsa de medicamentos, un variado que contiene Sertralina, Lorazepam, Lasea,... un largo etc. La bolsa me ocupa media maleta, y es mi pequeño paquete de contención ante mis problemas mentales. He de decir que días antes me preocupa tánto la medicación que hasta tengo pesadillas sobre ella, sobre dejar algo que me hiciera falta. El resto de la gente piensa en la ropa al hacer una maleta, las mías son otras prioridades.

Tengo un problema con el sueño, y es el que mis gatos me despiertan muy temprano con sus juegos (tipo cinco o seis de la mañana, me atacan a los pies, y ese tipo de cosas que los que tenéis gatos sabréis) y me pienso que a mi lado hay alguien, y no alguien baladí, sino Bea, como si no hubiera pasado el tiempo. Me despierto mirando al techo y me pienso que es mi antigua casa en el barrio de Comillas, pero me desperezo y veo los arcos de mi techo actual, y se me revuelve el estómago. Luego encima me encuentro a Bea en el autobús de vuelta de la oficina, o me cruzo con ella en sus descansos, o la veo en la terraza del "Rodilla", o la veo paseando por el barrio que antiguamente era el de los dos... o la veo en... la veo... hasta en las noches más jodidas, de ataque de ansiedad, de pánico, la veo...

Los platos y cacharros de cocina se me acumulan en la ínfima cocina, enana, y es que nunca tengo ganas de limpiarlos, se les quedan los restos de los fideos, del curry precocinado, del aceite de oliva barato del Día, y nada, siempre pienso en "mañana me toca limpieza de cocina, mañana lo hago", y ahí se quedan, bajo la mirada de mis gatos, que les encanta el fluir del agua cuando enciendo el grifo.

Julio 2022.

Barajas, Madrid - Nantes/Tours, Francia. 

Los primeros días del viaje se me hacen un poco cuesta arriba. Me tiembla mucho el pulso, y creo que mi familia se da cuenta de ello, sobre todo en las comidas y las cenas, pero nadie dice nada, imagino que saben un poco por qué es o no se atreven a decirlo. Aun así a mi me pone más nervioso que se me note, y me hace temblar más; la pescadilla que se muerde la cola.

El primer día, ya tuve un pequeño breackdown, en el propio aeropuerto de Barajas: mi familia estaba desayunando, y a mi el café mañanero me puso demasiado ansioso, fui al baño, una vez, salgo, compro mascarillas porque soy tan imbécil que me las dejo en casa, y tengo que volver al baño. En la farmacia donde las compro me pregunto por qué demonios no venden ansiolíticos sin receta en ocasiones graves. Joder, que me voy a disolver como un flan mientras pago las putas mascarillas, con las manos temblando muchísimo (robar panderetas, dice la frase popular, pero no hacía justicia a mi pulso de mierda).

He dejado a mis gatos con mi hermana, lo cual me hace saber que están muy bien, pero a la vez los echo mucho de menos. Son mi apoyo emocional, mis hijos (algo que a Bea nunca le gustó admitir, por eso me los quedé yo, aunque seguro que los echa de menos). Si no estuvieran ellos, Mika y Rorro, sí que me habría tirado por la ventana hace tiempo.

Viaje loco hasta Nantes, con sus preciosas (ironía, ejem) turbulencias, y yo pegado al asiento como si no hubiera un mañana. ¿Por qué me pasa lo mismo en los aviones, cuando mi padre ha sido ingeniero aeronáutico, y siempre me dice que el porcentaje de accidentes aéreos es ínfimo? Pues porque como siempre, soy idiota. Todo me da miedo, puta ansiedad. Eso es algo que alguien nunca entendió.

La llegada al aeropuerto de Nantes tuvo sus momentos, por un problema con el coche que habíamos alquilado, y que nos hicieron la 3/14, y que hubo que modificar y pagar casi el doble.

Ya de camino a Tours, nuesta primera base de operaciones durante 15 días en los que recorreríamos casi 15 ciudades distintas, unas dos horitas en coche desde Nantes, y con un fresquito mucho más agradable que la ola de calor madrileña que habíamos dejado atrás, yo me iba relajando un poco más que en el vuelo, e incluso descansé mientras mi primo iba conduciendo entre bosques normandos y mi sobrina dormía junto a mí...



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