El neoliberalismo esquizofrénico: volviendo a Deleuze y Guattari

El mundo neoliberal actual, visto desde la perspectiva del esquizoanálisis de Gilles Deleuze y Félix Guattari, se interpreta como una máquina social altamente productiva y territorializadora que captura deseos, disuelve límites y reorganiza continuamente los flujos de producción, consumo y subjetividad. En este análisis, el neoliberalismo no es solo un sistema económico, sino un régimen de producción de deseo que moldea las relaciones humanas, las estructuras sociales y las subjetividades.

El neoliberalismo como máquina deseante

En el esquizoanálisis, el deseo es una fuerza productiva y creativa que no se reduce a la falta, como en el psicoanálisis freudiano. El neoliberalismo actúa como una máquina que captura y codifica los flujos de deseo, orientándolos hacia la acumulación de capital y el consumo. Todo deseo se reterritorializa en el mercado: incluso la creatividad, la rebelión o la búsqueda de autenticidad son rápidamente convertidas en productos o servicios. El neoliberalismo no solo gestiona recursos, sino que produce formas específicas de subjetividad. Estas subjetividades son moldeadas para desear competitividad, flexibilidad, éxito individual y autoexplotación. El "emprendedor de sí mismo" es el modelo de sujeto ideal en este sistema.

La desterritorialización y reterritorialización neoliberal

El neoliberalismo desmantela estructuras tradicionales (comunidades, estados-nación, derechos laborales) en su búsqueda de expandir mercados y optimizar la eficiencia. Este proceso genera un mundo aparentemente "líquido" o desregulado, donde todo se vuelve flujo: capital, datos, cuerpos y deseos. Sin embargo, esta desterritorialización nunca es absoluta. El neoliberalismo siempre encuentra nuevas formas de territorializar los flujos para mantener el control: regulaciones globales, estructuras financieras transnacionales y nuevas normas sociales. Por ejemplo, la gig economy (economía colaborativa) desterritorializa los empleos tradicionales, pero reterritorializa el trabajo en plataformas digitales como Uber o Amazon.

El cuerpo social esquizofrénico

En El Anti-Edipo, Deleuze y Guattari describen el capitalismo como un sistema esquizofrénico: descompone códigos tradicionales, pero al mismo tiempo los recodifica en términos del mercado. Este carácter esquizofrénico se intensifica bajo el neoliberalismo: promueve discursos de libertad individual, creatividad y elección personal, pero estos flujos "liberados" siempre son recapturados en sistemas de consumo y control. Por ejemplo, las redes sociales parecen liberar la expresión individual, pero convierten cada interacción en datos mercantilizables. El sujeto neoliberal se enfrenta a múltiples roles y exigencias: ser productivo, competitivo, visible en redes, emocionalmente resiliente. Esta fragmentación produce una subjetividad esquizofrénica, dividida entre la necesidad de conformar expectativas externas y el agotamiento interno.

La máquina capitalista y el inconsciente neoliberal

El esquizoanálisis interpreta al neoliberalismo como una máquina que opera también en el inconsciente, produciendo subjetividades y deseos alineados con sus objetivos. El sujeto neoliberal internaliza la lógica del mercado y se convierte en su propio explotador. Trabajar más allá del límite, emprender constantemente y "ser productivo" son formas de goce que el sistema fomenta. En lugar de una alienación masiva (como en el capitalismo industrial), el neoliberalismo opera a nivel molecular, afectando deseos, emociones y cuerpos individuales. Esto explica fenómenos como la ansiedad crónica, el burnout o la hiperconectividad.

¿Hay líneas de fuga en el neoliberalismo?

El esquizoanálisis no solo diagnostica, sino que busca identificar líneas de fuga: movimientos de escape que desafíen la captura neoliberal del deseo. Sin embargo, estas líneas son ambiguas; muchas líneas de fuga son recapturadas rápidamente. Por ejemplo, la contracultura de los años 60 fue integrada en el mercado como parte de la industria cultural. En el neoliberalismo, incluso la crítica puede convertirse en mercancía. Sin embargo, el deseo siempre tiene un potencial subversivo que no puede ser completamente capturado. Las luchas colectivas, las comunidades alternativas y los movimientos que exploran formas de vida no capitalistas representan posibilidades de desterritorialización más radicales.

El neoliberalismo como límite del capitalismo

Deleuze y Guattari sugieren que el capitalismo contiene en sí mismo tendencias autodestructivas. En el caso del neoliberalismo, la intensificación de los flujos de capital y deseo puede llevar al sistema a su propio límite. Por ejemplo, las crisis económicas, la precarización global y el cambio climático son síntomas de un sistema que ha llevado su lógica al extremo. Frente al individualismo neoliberal, la idea de lo común (comunidades, bienes compartidos, redes de solidaridad) podría representar un contra-flujo capaz de resistir la captura capitalista.

Grietas para observar

Desde el esquizoanálisis, el neoliberalismo es una máquina deseante que opera simultáneamente como fuerza creativa y represiva. Si bien su capacidad para capturar y recodificar los flujos de deseo parece ilimitada, también genera tensiones y contradicciones que pueden abrir espacios para la resistencia y la transformación. El desafío está en identificar y potenciar las líneas de fuga que escapen a su lógica, permitiendo imaginar modos de existencia más libres y menos alienados.



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