Acelerando el Futuro en tiempos de COVID-19 (Parte 3º)
Creemos desde
nuestras casas otros futuros
Quizás,
el coronavirus nos está entreabriendo la puerta de algo mucho más
interesante, algo lleno de peligros, claro está, pero que encauzado
correctamente, puede derivar en un sistema nuevo, una evolución
hacia adelante, un paso más. Nos está enseñando unas dolorosas
carencias que ya teníamos, producto del sistema en el que tanto
confiábamos, una sanidad pública saqueada, un tejido empresarial
piramidal y precario, una política corrupta, unos servicios básicos
demasiado básicos y menospreciados,... Quizás, el momento de romper
y matar ese Realismo Capitalista sea ahora, y no debamos de dejar
escapar la oportunidad para volver a caer en el sistema anterior.
Retomar el camino de ésa interconexión virtual, sin dejar que el
capitalismo la absorba, y que sea genuina y total.
Son
posibles otros modos de comunalidad en el ciberespacio y nuestra
actual cuarentena nos ofrece el tiempo y los recursos para
imaginarlos, incluso hacerlos realidad. Ya lo estamos viendo, según
salimos poco a poco de la cuarentena y avanzamos en la desescalada;
los pequeños negocios, obligados a cerrar durante varios meses, no
pueden sobrevivir, ni contra las grandes corporaciones, ni contra el
propio mercado. Sólo les está quedando la opción más básica, y a
la vez, la más perfecta, recurrir al asociacionismo, el colectivismo
y cooperativismo, potenciados a su vez por los instrumentos dados a
través de internet y las nuevas tecnologías de la comunicación.
Las estructuras vecinales se ven potenciadas, la solidaridad de
barrio crea cadenas, herramientas para ayudar a los comercios con
componente humana. El ingenio se agudiza en estos tiempos, y mientras
los anuncios positivistas con música ñoña resuena en una
televisión que nadie quiere ver, por las calles los comercios de
proximidad reparten cestas de verduras, productos frescos, comidas
caseras, y más importante aun, ayudas para los que menos tienen.
El
sistema sanitario público tendrá que contar con la ayuda de
comunidades locales para que cuiden a los débiles y a los ancianos.
Y, en el lado opuesto de la escala, habrá que organizar algún tipo
de cooperación internacional eficaz para producir y compartir
recursos. Los lobbys farmacéuticos tendrán que desprenderse de las
patentes que impliquen vacunas y medicamentos de interés social,
general y global.
La Nueva Normalidad
No
habrá ningún regreso a la normalidad, la nueva «normalidad»
tendrá que construirse sobre las ruinas de nuestras antiguas vidas,
o nos encontraremos en una nueva barbarie. No será suficiente
considerar la epidemia un accidente desafortunado, librarnos de sus
consecuencias y regresar al modo en que hacíamos las cosas antes,
realizando quizá algunos ajustes a nuestros sistemas de salud
pública. No hay que olvidar también nuestros derechos como humanos
y ciudadanos, y si mientras hemos controlado la enfermedad por medio
de un mecanismo autoritario de control y confinamiento obligatorio,
tenemos que recuperar esos derechos gradualmente, según vayamos
mejorando la situación pandémica, y apelando siempre a la
responsabilidad. Más allá de ésto, incluso empezar a reclamar
otros derechos que teníamos pendientes. En palabras de Kant:
«¡Obedeced,
pero pensad, mantened la libertad de pensamiento!»
La
paradoja, que ya estamos viviendo, es la de la necesidad e
implantación, por parte de los Estados, de unas medidas sociales y
económicas que podríamos denominar como de un «comunismo del
desastre» como antídoto del «capitalismo del desastre». El Estado
no solo debería asumir un papel mucho más activo, reorganizando la
fabricación de los productos más necesarios, como mascarillas, kits
de pruebas y respiradores, garantizando el mínimo de supervivencia a
todos los desempleados, etc., sino hacer todo esto abandonando los
mecanismos del mercado ultraliberal, precisamente, y aquí está la
paradoja, para salvar al propio mercado. Veremos en los próximos
meses, posiblemente, las nacionalizaciones de empresas y sectores,
irónicamente necesarias para evitar el colapso. En España estamos
viendo el “Escudo social”, medidas de protección a las familias
sin recursos, prohibición de los despidos, ERTES obligatorios,
ayudas económicas a todos los sectores, y finalmente, la voluntad de
reformular la “reforma Laboral” y la implantación, finalmente,
de un Ingreso Mínimo Vital, mecanismo básico de cualquier gobierno
moderno que quiera dejar atrás los viejos conceptos de la política
liberal. No se puede posicionar uno en contra de éstas medidas, no
si se tiene un mínimo decente de humanidad y de decencia.
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